MEDIA HORA CON UN SANTO

Hace 20 años hice un viaje que cambiaría mi vida y en estos días frente a la canonización de Juan Pablo II recuerdo esa media hora del 18 de marzo de 1.994, donde con tanta familiaridad, el ahora Santo encontraba a su amigo (con mi padre ya se habían visto más de 15 veces, más todos los escritos y documentos compartidos) y a su hijo de 22 años recién graduado de ingeniero (yo).

En estos días impacta ver la vida de este Papa y todo lo que hizo, se ha escrito mucho y reseñado ampliamente, pero un aspecto sin precedentes es como tuvo que hacer experiencia del trabajo bajo la ocupación nazi en Polonia entre 1.940 y 1.944, primero en una cantera y luego en una fábrica para poder subsistir y no ser deportado a Alemania. Ese fue un factor que marco sin duda su sensibilidad y pasión por el hombre, y el valor que dio durante todo su magisterio al trabajo.
Es el Papa que más ha viajado y encontrado a millones de personas durante su pontificado, pero lo que más recuerdo era su interés por saber de mí en esa media hora y lo que más quisiera es mantener en todos los momentos de mi vida la misma mirada de asombro que tuve frente a ese hombre fascinante.
Viendo el camino recorrido estos 20 años no puedo más que agradecer y pedirle a San Juan Pablo II que me dé la sencillez de corazón para estar atento a cómo Cristo sigue obrando en toda la realidad, mi vida, en la de mi familia y mis amigos. El desafío es reconocerlo.

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