LO INFINITO VIENE A NUESTRO ENCUENTRO
Chocolate, Ron y Emprendimiento Social
Palabras de Navidad
en la cata de Chocolate y Ron organizada por la Cámara de Comercio
Venezolano-Francesa en alianza con Ron Veroes, Kakao Bombones Venezolanos y la
A.C. Trabajo y Persona en la sede del BNC Altamira
03 de diciembre de 2014
Apreciados amigos,
Las dificultades que estamos viviendo día a día, ya sean personales o
colectivas en nuestro país, son tan imponentes que podríamos pensar que es
inevitable la desaparición de toda espera, de toda esperanza.
Sin embargo, al acercarse este tiempo de Navidad nos introducimos todos
en una gran espera, en una gran expectativa que no creo que sea sólo por la
posibilidad muy merecida de un descanso o el anhelado encuentro con nuestros
familiares y seres queridos.
El gran poeta italiano Dante Alighieri decía que: “Todos intuyen
confusamente la existencia de un bien en el cual el alma pueda encontrar
satisfacción; por ello, todos luchan para alcanzarlo”. Hace falta mucha
sinceridad con nosotros mismos para reconocer esta espera y deseo de bien en
nuestra vida.
Pero, ¿acaso alguien nos ha prometido algo? Y entonces ¿por qué
esperamos? ¿Por qué seguimos esperando incluso en las situaciones más
desesperadas? ¿Por qué ninguna derrota
personal o crisis histórica consigue eliminar de cada fibra de nuestro ser la
débil luz, aunque inconsciente, de una espera?
Aunque esté reducido, descuidado o combatido, el corazón del ser humano
no deja de desear, no se cansa de esperar, de tener esperanza, de anhelar un
futuro mejor (Julián Carrón). Hay una frase de un poeta francés del siglo
pasado, Charles Péguy que dice que «para esperar hace falta haber recibido una
gran gracia». Pero ¿qué gracia puede
estar a la altura del desafío que vivimos y sostener nuestra esperanza frente a
cualquier eventualidad?
En la tradición cristiana, en Navidad celebramos que lo infinito viene a
nuestro encuentro. Que la distancia entre lo finito de nuestra vida y lo
infinito de toda la creación queda abolida por la iniciativa de Dios. Él corrió
el mayor riesgo de la historia y se hace uno de nosotros para acompañarnos en
el camino.
Que mayor gracia, que gran regalo, que fuente de esperanza para toda
nuestra vida constituye este acontecimiento que sucedió en la historia y que
conmemoramos en este tiempo.
Es algo que puede vencer nuestro escepticismo y desconfianza, como
respuesta a nuestra espera, a nuestra esperanza. En Navidad estamos frente a la
postura de cada uno de nosotros frente a este hecho misterioso pero lleno de
fascinación para todos los hombres y con el cual tenemos que sacar las cuentas.
Para finalizar quisiera hacer mención a un punto muy importante que
tiene que ver con lo anterior, porque la iniciativa social que ha tenido la
Cámara Francesa en estos meses es el apoyo al programa Emprendedoras del
Chocolate y esta noche tenemos a 4 de ellas que están siendo patrocinadas por
la Cámara y sobretodo empresas que han aceptado el desafío de ayudarlas a
trabajar, a emprender y eso es una muestra de solidaridad, respeto y compromiso
muy acordes con este tiempo.
En otro texto el mismo Peguy decía que “el trabajo se está convirtiendo
en una condena, una servidumbre: al punto que una persona ya no se realiza
trabajando, no encuentra satisfacción en el realizar bien su tarea”.
En Navidad recordamos también que Dios se hizo hombre en el hijo de un
carpintero, y el trabajo que hasta ese momento era una labor para esclavos lo
llevo a otro nivel. A partir de ese momento el trabajo es algo también para los
dioses. Es por eso que cualquier iniciativa que permita que las personas puedan
tener acceso a un trabajo, que puedan trabajar, realizarse con su esfuerzo,
usando todos los talentos que han recibido y los que han cultivado es algo que
merece nuestro apoyo y aumenta nuestra ganas de construir.
Apreciados todos, estamos en un tiempo donde cada vez más se desprecia
el valor de la persona, donde el trabajo es visto como una condena, donde se
debe obtener la mayor ganancia con el menor esfuerzo posible y en el tiempo más
corto, donde reina el escepticismo. En esta circunstancia cada uno de nosotros
no debe permitir que esa tenue luz de esperanza, de espera por un futuro mejor
que aún habita en nuestros corazones se apague.
Eso depende por una parte de nosotros, de seguir trabajando juntos, de
unir esas pequeñas luces para formar antorchas que guíen el camino de muchas
personas y por otro lado está la certeza de la iniciativa de Dios que
conmemoramos en la Navidad, que llena toda nuestra vida de Su Presencia que
ilumina y hace nuevas todas las cosas.
Feliz Navidad !
Alejandro Marius
Presidente Asociación Trabajo y Persona
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