EDUCAR PARA EL TRABAJO Y LA LIBERTAD


Una de las experiencias que han cambiado la relación entre el hombre y el trabajo ha sido sin duda el hecho cristiano. Antes de Jesús de Nazaret el trabajo era concebido solo para los esclavos, incluso los grandes filósofos griegos no trabajaban, los romanos se dedicaban a la guerra y a los negocios1 con los esclavos de los pueblos conquistados para que éstos trabajaran. Por eso, el hecho de que alguien se proclamara a sí mismo como Dios y trabajara al mismo tiempo era un escándalo para la época.
Luego de la caída del imperio romano, dentro de un caos sin precedentes surge una experiencia que a partir de la vida de San Benito de Nursia (Nursia, 480 – Montecasino, 547) le cambiaría el rostro a toda Europa. Con el testimonio de su propia vida, de quienes le siguieron y su regla de oración y trabajo (ora et labora), educó a miles de hombres y mujeres en el trabajo, el estudio y la consistencia humana que transformó el modo de relación entre la persona y la realidad. Ya trabajar no era solo de esclavos sino era una actividad de imitación y colaboración con Dios.
Como dijo el beato John Henry Newman: “San Benito encontró un mundo arruinado, su misión fue ponerlo otra vez en su lugar, no con métodos científicos, sino con medios naturales, no con la pretensión de hacerlo en un tiempo determinado, sino de un modo calmo, paciente y gradual, trabajo que muy a menudo permaneció terminado (...) Y poco a poco los bosques pantanosos se fueron convirtiendo en ermita, casa religiosa, granja, abadía, pueblo, seminario, escuela y por último en ciudad.”
Mientras el relativismo, facilismo y las soluciones a corto plazo, mínimo esfuerzo y máxima ganancia se han difundido como mentalidad común, la experiencia de San Benito llega a nuestros días de muchas maneras, pero en su forma más original se mantiene en los monasterios benedictinos, con monjes y monjas que aun viven con esa conciencia. Por eso, cumpliendo 5 años de fundada nos propusimos regresar al origen de la Asociación Trabajo y Persona, donde una de las relaciones más significativas ha sido la amistad con las hermanas del Monasterio Benedictino Trapense de Humocaro Alto en el estado Lara, Venezuela, de manera especial con la Madre Cristiana Piccardo.

En esta publicación se recopilan los diálogos entre el equipo de la Asociación Trabajo y Persona con estas fantásticas monjas de clausura que con su vida testimonian el valor del trabajo a través de su humildad, obediencia y pertenencia a una comunidad.

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