EDITORIAL BUENAS NOTICIAS SEPTIEMBRE 2015
"… ustedes están proponiendo una
educación al trabajo, un protagonismo que significa humanidad, responsabilidad,
dignidad del hombre, libertad del hombre, y esto es una cosa muy grande y es la
verdadera revolución." Así terminaba la Madre
Cristiana Piccardo el encuentro que hicimos con el equipo de Trabajo y Persona
el año 2014 en el monasterio benedictino trapense de Humocaro, Edo Lara.
Esta mujer cuya experiencia y consejos fueron uno de los grandes motores
que inspiró el inicio de Trabajo y Persona, cumplió 90 años el pasado 25 de septiembre.
Se dicen rápidamente tantos años, pero su experiencia e intensidad de vida ha
generado un cambio importante en los monasterios benedictinos de todo el mundo
y tenemos el honor de que viva en Venezuela y haya colaborado con nuestra
fundación.
Que distinto sería el mundo si, al igual que ella, cada uno de nosotros
tuviera conciencia del impacto de cada relación que tenemos, del valor de ser
instrumentos de Dios para educar en el protagonismo y responsabilidad de las
personas y así acompañar su camino hacia su libertad y dignidad.
Justamente el mes pasado en nuestra reunión de status compartíamos las
experiencias y los cambios que vemos en nuestros egresados. Son pequeños
milagros que pueden cambiar la historia del mundo y es nuestra tarea estar atentos
a ellos, mirarlos, servirlos y dejarnos sorprender por como Dios permite que
eso suceda a través de nosotros.
Las palabras de un egresado de la primera cohorte del programa
“Conduciendo tu futuro” de Ford Motor, participando en la apertura de la segunda
cohorte; unas egresadas de Emprendedoras del Chocolate que se convierten en
profesoras de los cursos que finalizaron exitosamente a los trabajadores de la
red de supermercados Excelsior Gama; los primeros pasos de Sor Julieta para
comenzar una carpintería en su centro de capacitación en el Edo Bolivar con el
apoyo de los voluntarios de Masisa; son todo hechos que tal vez pueden pasar
desapercibidos, son pequeñas cosas menospreciadas en su potencial de cambio de
una sociedad, pero son el poder de los sin poder (como decía Vaclav Havel), son
la esperanza para construir, lento pero seguro, un país.
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