“Quiso venir aquél que podía contentarse con ayudarnos”

Esta cita de San Bernardo de Claraval (Bernard de Clairvaux) genera un impacto fácilmente asociado con la Navidad, pero también con lo que estamos viviendo a nivel mundial frente a tanta violencia y el emerger de un populismo que quiere convertirse en respuesta a los deseos y necesidades de las personas.

Oración de San Bernando a la Virgen para que por su intermedio Dante contemple lo inefable. Canto XXXIII. Divina Comedia


Dante ubica a San Bernardo en el Paraíso desde el Canto XXXI, sustituyendo a Beatrice. Gracias a su espíritu contemplativo y de su devoción a María, es Bernardo quien guía al Dante en el final de su viaje: muestra al poeta la cándida rosa dei beati, y lo invita a mirar a María como el rostro que más se asemeja a Cristo.

Es por eso que San Bernardo nos tiene que decir tanto en esta Navidad. Porque en este tiempo se habla mucho de las buenas consecuencias de la Navidad como valores universales: la paz, la amistad, la fraternidad, la belleza, el deseo de estar con la familia, pero se habla poco del hecho concreto que hizo que todo eso fuera posible. Porque la Navidad es esto: el Misterio que ha hecho todas las cosas quiso venir libremente a estar con los hombres. Podría seguir usando profetas como lo había hecho hasta entonces, o podía dejar que los hombres a través de sus religiones se imaginaran o soñaran una relación con él. Sin embargo prefirió otra cosa, eligió un método: venir a estar con nosotros e incluso más: se hizo uno de nosotros de manera sencilla.

Esta cuestión me ha llamado siempre la atención, porque podría haber sido de otra manera. Podría habernos “ayudado” y haber resuelto todos los problemas: pobrezas, guerra, enfermedades, desigualdades, opresiones, etc. Pero en su libertad prefirió venir a estar con nosotros aun teniendo todo el poder para salvarnos de una vez.

A través de su libertad hizo la mayor apuesta de la historia, desafiar la libertad de los seres humanos. Porque, ¿quién quiere que lo amen por obligación o por intimidación? Lo que todos deseamos es que nos amen libremente y pareciera que es también lo que más le gusta a Dios. Él ama nuestra libertad, desde el SI que dijo María para que pudiera nacer ese niño, hasta nuestra última traición.

Hoy en día cuántos tienen el poder o quieren tenerlo para “ayudarnos” en vez de venir a acompañarnos. Cuanta tentación de ayudar y resolver problemas humanos con fórmulas de escritorio sin “patear la calle” (como decimos en Venezuela). Las soluciones de los problemas no se encuentran razonando demasiado, sino observando todo lo que acontece, conociendo la realidad y escudriñando su significado. Es por ello que la crisis se puede convertir en una fuente de oportunidades, una enfermedad en una bendición y cualquier problema en ocasión de conocernos más a nosotros mismos y a los demás.

La Navidad nos indica un cambio de método para estar en la realidad, porque luego de eso todo cambia: ya no tenemos que soñarnos o imaginarnos a Dios, tenemos que reconocerle en acto en cada cosa que vivimos, entonces lo ordinario se hace extraordinario y lo banal de un instante adquiere un significado infinito.


El final del viaje de Dante, acompañado de San Bernardo, comienza así a ser el inicio de la aventura de nuestras vidas mirando toda la realidad como si tuviéramos tatuado el rostro del niño Jesús en nuestros ojos.

Publicado el 22/12/2016 en www.voce.com.ve

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