BUENAS NOTICIAS NOVIEMBRE 2014

En el mes de noviembre se celebra la semana global del emprendimiento y una de las actividades en la cual participamos fue un conversatorio en la Universidad Monteávila. En esta oportunidad participaron dos de nuestras egresadas: Jennifer y Yordelys. Fueron ellas quienes respondieron a profesores y alumnos, siendo un momento de testimonio del cambio en sus vidas. Jennifer, con seis hijos, ha comenzado a ofrecer servicios de peluquería en su casa de Santa Teresa del Tuy y también a domicilio, tiene muy claro el valor de invertir en su emprendimiento y manejar su flujo de caja, al igual que el valor de seguir su carrera como estilista. Por su parte Yordelys vive en Caucaguita con su mama y tiene un hijo de 7 años que tiene autismo. Ella logró vender todos los bombones que preparó para el Chocco Venezuela y está investigando cómo hacer productos con el chocolate que su hijo y otros niños con autismo puedan comer. Un ejemplo de convertir un problema en oportunidad. Al igual que ellas, muchos de nuestros egresados son personas que, sin salir en primera plana de los medios de comunicación, están silenciosamente cambiando sus vidas y las de otras personas gracias a una oportunidad de aprender a trabajar. Todas estas historias están en sintonía con la iniciativa de la Colección de Bombones San Benito que lanzamos el pasado 9 de Noviembre en el Chocco Venezuela. Porque desde hacer un bombón excelente hasta colocar la etiqueta del logo del cliente en la caja, se juega toda la dignidad de quien lo hace y la posibilidad de hacer el mundo más humano. El Beato John Henry Newman escribió sobre el fundador de la orden Benedictina: “San Benito encontró un mundo social y materialmente arruinado, y su misión fue ponerlo otra vez en su lugar [un trabajo para nada sencillo pero igual de pertinente en esa época como hoy en día] …, no con la pretensión de hacerlo en un tiempo determinado (…), sino de un modo calmo, paciente y gradual [por eso al igual que ellos hay que apostar a largo plazo]. Se veían hombres silenciosos en el campo o en el bosque, excavando, desenterrando y construyendo, mientras que otros hombres silenciosos, que no se veían, estaban sentados en el frío del claustro, cansando sus ojos y concentrando sus mentes en copiar y re-copiar penosamente los manuscritos que se habían salvado. Ninguno de ellos protestaba por lo que hacía, y poco a poco los bosques pantanosos se fueron convirtiendo en ermita, casa religiosa, granja, abadía, pueblo, seminario, escuela y por último en ciudad”. Éste es el mismo valor transformador de la persona y del mundo del cual deseamos participar.

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